Función
cerebral
El cerebro ha sido una de
las últimas partes exploradas del cuerpo humano. En el siglo XIX, el histólogo
español Santiago Ramón y Cajal utilizó tintes químicos para definir pequeñas
áreas del cerebro, pero se precisaron instrumentos más sofisticados para
asignar funciones a dichas áreas. Durante la primera parte del siglo XX, el neurocirujano
Wilder Graves Penfield estimuló distintas partes del cerebro de sus pacientes
durante la cirugía y demostró la localización de varias funciones musculares y
emocionales. El estudio de personas cuyos hemisferios derecho e izquierdo
habían sufrido lesiones, mostró que cada parte del cerebro tenía a su cargo
diferentes actividades. El desarrollo de sofisticadas técnicas de imagen por
los institutos de Salud Nacional de Estados Unidos permitió a los
investigadores demostrar, en la década de 1970, las partes específicas del
cerebro que controlan el oído, el habla y el movimiento de las extremidades.
Relevantes fueron también
los descubrimientos sobre el funcionamiento de los nervios. La teoría de los
neurotransmisores, desarrollada durante el siglo XX, establece que los impulsos
se transmiten de un nervio a otro por una combinación de señales eléctricas y
químicas. Otro descubrimiento importante para la fisiología fue, en la década
de 1970, el de que el cerebro regula funciones corporales mediante la liberación
de hormonas desde un área del cerebro —el hipotálamo— para controlar la
hipófisis. Este trabajo, llevado a cabo por los endocrinólogos estadounidenses
Roger Guillemin y Andrew Victor Schally, estableció la conexión entre las
emociones y la bioquímica. Como aplicación médica, ha sido posible obtener por
primera vez tratamientos para trastornos neurológicos como la epilepsia y la
enfermedad de Parkinson.
Inmunidad
Hasta el siglo XX, el
conocimiento del sistema inmunológico era limitado. Primero se conoció la
producción de anticuerpos en respuesta a la infección o a la inmunización.
Durante la década de 1930, el inmunólogo Karl Landsteiner demostró la gran
especificidad de las reacciones de los anticuerpos. Los científicos también
descubrieron que existían varias clases de anticuerpos. En particular, se puso
de manifiesto la relación entre la llamada inmunoglobulina E y la alergia, y en
la década de 1950 se precisó la estructura de un tipo de inmunoglobulina.
Se descubrió que el sistema
inmune era el causante de la enfermedad por incompatibilidad del factor Rh, y
responsable del fracaso de los trasplantes de órganos. Esto llevó al desarrollo
de un antisuero que era eficaz para eliminar la enfermedad por incompatibilidad
del factor Rh y al empleo de fármacos que inhabilitan de forma temporal al
sistema inmunológico y permitían el trasplante de órganos, en especial de los
riñones. Se encontró que la formación de anticuerpos era la causa de la alta
mortalidad que producían las transfusiones de sangre, y la clasificación de la
sangre según su especificidad inmunológica ha hecho de la transfusión una
práctica segura y extendida.
En la última parte del siglo
XX, los científicos descubrieron un área diferente del sistema inmune, el
denominado sistema inmunológico celular, cuyo protagonista es el linfocito.
Estos descubrimientos permiten la comprensión de muchas enfermedades debidas a
defectos hereditarios de una o más subclases de linfocitos. Los intentos para
corregir estas deficiencias se centran en inyectar al paciente células
sanguíneas procedentes de la médula de un familiar cercano y sano. Las
investigaciones actuales se centran en identificar las hormonas que provocan que
los linfocitos del embrión se hagan funcionales.
Técnicas
diagnósticas
Durante la segunda mitad del
siglo XX, se han desarrollado nuevos y mejores métodos para observar el
interior del cuerpo humano. Los rayos gamma ponen de manifiesto ciertos iones
radiactivos que marcan sustancias que reaccionan con células cancerosas. La
tomografía axial computerizada (TAC) utiliza rayos X para producir imágenes
tridimensionales de las estructuras corporales. La resonancia magnética nuclear
(RNM) produce imágenes detalladas sin necesidad de utilizar rayos X. La
tomografía de emisión de positrones (TEP) permite detectar estados precoces de
enfermedad. La ecografía utiliza ondas de alta frecuencia para diagnosticar
enfermedades y para realizar el seguimiento de los embarazos.
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