INTRODUCCIÓN
Medicina (del latín,
medicina palabra derivada de mederi que significa `curar, cuidar, medicar'),
ciencia y arte que trata de la curación y la prevención de la enfermedad, así
como del mantenimiento de la salud.
La medicina es el conjunto
de técnicas y conocimientos orientados a preservar o recuperar la salud del ser
humano. Para la consecución de sus fines, la medicina se sustenta en una serie
de procedimientos: diagnóstico, que consiste en la recta identificación de los
problemas que aquejan al paciente; tratamiento, que consiste en las
disposiciones a tomar para aliviar las enfermedades, tratando de alcanzar la
curación, y finalmente, la prevención, que consiste en las disposiciones
tomadas para evitar males posibles. Por consiguiente, la práctica de la
medicina tiene por meta primaria la preservación o el restablecimiento de la
salud de las personas, entendida como el estado de bienestar biológico,
psicológico y social de los individuos. No obstante, el alcance de la ciencia
médica excede este objetivo principal y se dirige también a la promoción de la
salud (educación de las personas en sí mismas y de la población general, con
mayor relevancia en aquellos habitantes con mayor riesgo) y a la tarea de
asistencia de aquellos individuos en quienes no es posible la recuperación de
la salud, como ocurre con los enfermos terminales o los discapacitados graves.
MEDICINA PRIMITIVA
El conocimiento de la
práctica médica prehistórica procede de la paleopatología, o estudio de las
pictografías que mostraban las técnicas médicas, de los cráneos y esqueletos, así
como de los instrumentos quirúrgicos de las sociedades antiguas y
contemporáneas no tecnológicas. A pesar de que dicho estudio concierne a la
antropología, algunas de estas prácticas han sobrevivido hasta los tiempos
modernos, lo que justifica su consideración en la historia de la medicina.
Las enfermedades graves
tuvieron especial interés para los hombres primitivos a pesar de que no podían
tratarlas. Dividían la génesis de la enfermedad en dos categorías, cada una de
ellas con una variedad de terapias que se excluían mutuamente. Los primeros y
más numerosos eran los procesos atribuidos a la influencia de demonios
malévolos, a quienes se achacaba la proyección de un espíritu ajeno, una piedra
o un gusano dentro del cuerpo del confiado paciente. Estas enfermedades debían
atajarse mediante conjuros, danzas, sacrificios, hechizos, talismanes y otras
medidas. Si al final el demonio entraba dentro del cuerpo de su víctima, por
falta de precauciones o a pesar de ellas, todos los esfuerzos se centraban en
convertir en inhabitable el cuerpo para el demonio con apaleamientos, torturas
o haciendo morir de hambre al paciente. El espíritu ajeno se podía echar con
pociones que provocaban un vómito violento o se expulsaba a través de un
agujero realizado en el cráneo. Este último procedimiento, denominado
trepanación, fue también un remedio para la locura, la epilepsia y el dolor de
cabeza.
Sin embargo, las terapias
aplicadas en las incapacidades resultaron más eficaces. En las sociedades
primitivas se practicaron técnicas quirúrgicas como la limpieza y el
tratamiento de heridas por cauterización, cataplasmas y suturas, reducción de
luxaciones y fracturas, con uso de férulas (o tablillas). Otras terapias
adicionales incluían purgas, diuréticos, laxantes, eméticos y enemas. El mayor
logro de la época fue el uso de extractos de plantas, cuyas propiedades
narcóticas y estimulantes se iban descubriendo poco a poco. Se demostraron tan
eficaces que incluso hoy se siguen utilizando. La digitalina, un estimulante
cardiaco extraído de la dedalera (género Digitalis), es sin duda el más
conocido.
PRÁCTICA MÉDICA ANTIGUA
Antes del advenimiento de la
más avanzada medicina griega en el siglo VI a.C., ya existían en diversas
sociedades sistemas precientíficos de medicina, basados en la magia, remedios
populares y cirugía elemental.